Una buena ayuda 

Posted by in Pasamanería

Nunca me ha gustado que me ayuden. Al principio pensaba que era una buena característica, pero con el tiempo me he ido dando cuenta de que tiene también una repercusión negativa. Como no me gusta que me ayuden, no me gusta colaborar, así que en las entrevistas de trabajo siempre tengo que mentir cuando llega la pregunta de “¿te gusta trabajar en equipo?”.

Consciente de que el mundo va justamente en sentido contrario hacia donde voy yo, me he propuesto empezar a colaborar, a dejarme ayudar un poco. Y he comenzado con la casa. Si me dicen hace un tiempo que he pedido ayuda a mi suegra para la decoración de la casa me hubiera reído a carcajadas. Pero tengo que cambiar y esta es una buena manera de probar: si soy capaz de aguantar a mi suegra en casa una temporada haciendo y deshaciendo estoy preparado para cualquier cosa. 

Hemos decidido empezar con las cortinas. Es cierto que las cortinas de casa están para tirar. Puse lo primero que encontré porque no tengo ni idea de cortinas y la verdad es que son bien feas. Mi suegra dice que las puede confeccionar ella misma. Sabe fruncir cortinas sin cinta y cosas de esas que yo ni siquiera sé muy bien lo que significa. Pero el verbo ‘fruncir’ lo usa insistentemente y suena a que sabe de lo que habla. 

Por supuesto, resulta más fácil dejarse ayudar en un ámbito que uno no domina nada. Pero, aun así, yo soy tan ‘cuñado’ que me meto en todo, aunque no tenga ni idea. Así que he intentado hacer un curso acelerado de cortinas para poder dar la réplica a mi suegra, para llevarle un poco la contraria. Si ella dice que quiere fruncir cortinas sin cinta yo le digo que yo prefiero un visillo. Si ella dice que prefiere un visillo yo le empiezo a hablar de las cortinas venecianas.

Pero la experiencia está saliendo bastante bien. La casa está luciendo mucho mejor con las nuevas cortinas y yo estoy empezando a colaborar. Tal vez en la próxima entrevista diga que, al menos con mi suegra, puedo trabajar en equipo.