De poco sirve que le digan a uno que el cáncer de colon es el tumor maligno más frecuente en España. Cuando recibes el diagnóstico el shock es indescriptible. Las primeras horas te sientes mareado, como en un sueño y no acabas de entender del todo la situación que se te plantea. Y por muy buenos, claros y comprensivos que sean los médicos y por mucho apoyo familiar que uno tenga, la sensación de miedo que se apodera de uno es difícil de gestionar.

Cada persona es un mundo, pero una vez que empiezan a pasar los días, vuelves a la realidad y llega el momento en el que te obligas a afrontar el reto de la enfermedad. Y para afrontar bien este reto hay que estar adecuadamente informado. En mi caso, no me puedo quejar, han sido respetuosos con mi timing emocional, por decirlo de algún modo. Y cuando ya estaba suficientemente preparado empezaron a hablarme de un ensayo experimental cancer de colon.

Siempre me ha gustado la palabra experimental, porque siempre la había relacionado con el ámbito artístico. Pero en el mundo del arte si haces un experimento y no sale bien, ya lo volverás a intentar de otra manera: con el cáncer tal vez no lo puedas intentar de nuevo. Esta fue mi reflexión, pero mi médico prefirió pasarla por alto para centrarse en el tema que nos ocupaba: la inmunoterapia.

Este término engloba los tipos de tratamientos que estimulan las defensas naturales del cuerpo. Muchas de estas terapias biológicas aun están en fase experimental aunque la mayoría de los oncólogos coinciden en que son tratamientos prometedores. Y aunque esa es otra palabra que me gusta, nadie puede prometer nada cuando se trata de ensayo experimental cancer de colon.

En mi situación, se me han propuesto diferentes opciones. Participar en un ensayo experimental no me da pocos reparos, aunque soy consciente de que siempre existe un mínimo riesgo. De todas formas, me han aclarado que en cualquier momento puedo suspender el tratamiento si no me siento cómodo. Pronto tomaré la decisión definitiva, aunque lo más probable es que participe.