No es la primera vez que un invitado viene a mi casa y se sorprende con el grado de detallismo con el que la cuido. Cuando les explico que me he pasado un mes buscando una silla que se adapte a lo que busco ponen los ojos como platos y algunos dicen: “una silla es una silla”. De acuerdo, a nivel funcional, una silla tiene un objetivo claro, pero a nivel estético va mucho más allá. Y para mí, la clave está en conseguir un punto de encuentro entre lo funcional y lo estético, sin olvidarme de ninguno de los dos aspectos.

Recientemente he estado buscando sillas terraza resina porque he estado renovando buena parte de la terraza. Esta zona es una de mis preferidas de la casa y es donde más tiempo paso en verano. Tengo la suerte de que la terraza es grande, pero, además, es muy íntima. Da un lateral del edificio con muy buenas vistas, pero está suficientemente lejos del resto de edificios de forma que no me siento observada como en otras terrazas que conozco. En definitiva, que es un sitio perfecto para descansar.

Pero una terraza es un ambiente que también exige bastante para una persona como yo que quiere que todo esté súper cuidado. Al tratarse de mobiliario que, generalmente, se queda fuera de casa tiene que ser suficientemente resistente. No sirven las mismas sillas que se usarían dentro de casa. Por eso, al buscar sillas terraza resina tuve muy en cuenta estos aspectos. 

Seguro que alguna vez habéis visto esas típicas sillas de plástico blancas que se pueden ver en muchas terrazas, sobre todo de chiringuitos. Bueno, pues esas son exactamente lo contrario de lo que busco. Además de incómodas me parecen una aberración a nivel estético, aunque, por supuesto, son sillas baratas y por eso entiendo que las ponen en todos los sitios. 

A mí no me importa pagar más porque tampoco tengo muchos gastos en otros aspectos de vida. Pero si se trata de gastar en la casa, para mí tienen justificación porque miro mi casa arreglada y soy más que feliz.