Durante muchos años fui un apóstol de la “religión anticonsumista”. Por aquel entonces era joven, había que creer en algo y me había leído un par de libros sobre el consumismo en Occidente. Me parecía que algo no funcionaba bien en cuanto al uso que le damos a los bienes materiales. Y aunque lo sigo pensando, ya no tengo tanto tiempo para “religiones”.

Lo que hago es intentar actuar de acuerdo a mis principios, pero ya no trato de aburrir a nadie con mis teorías de la conspiración que, por cierto, cada vez son menos conspirativas. Pero, de vez en cuando, todavía aflora en mí esa furia juvenil contra la pose, o el postureo como lo llaman ahora.

El otro día entré en un café nuevo que han abierto cerca de mi casa. Solo tienen café e infusiones. Muy bien, a mí me vale. Toda la decoración del lugar aprovecha elementos reciclados, o así al menos lo venden ellos. Usan bonitas Bombillas LED de tipo vintage para iluminar, las sillas tienen aspecto antiguo y hasta los dos sofás que tienen usan no sé qué material reciclado. Y todo esto lo sé porque en la entrada se puede leer un díptico de presentación del negocio, para que todo el mundo que entre sepa que todo es muy rollo ‘sostenible’.

Pero es mentira todo o casi todo. Se da la circunstancia de que un amigo es un importante diseñador de interiores que ha trabajado en ese café. No puedo dar nombres porque él se juega el pellejo y, por supuesto, no le quiero perjudicar, pero me dice que lo de que las sillas son recicladas es mentira y la mayoría de las cosas que cuentan son inventos para aparentar. Él mismo se encargó de hacer el diseño con las Bombillas LED vintage y todo lo demás. Incluso me llegó a decir que le habían llegado rumores que lo de que solo usan café de plantaciones sostenible también era ‘bullshit’ como dicen los americanos.

Al final, lo que cuenta es venderte bien, y si ahora vende lo vintage, lo reciclado y lo sostenible pues eso, aunque las sillas se hayan encargado a un taller de Guangzhou… que tiene poco de sostenible.