El manitas de mi padre

Posted by in Estores y cortinas

En mi casa nunca entraba un electricista ni un fontanero: mi padre lo arreglaba todo o, al menos, lo intentaba arreglar. Mi madre estaba un poco hasta la coronilla, porque si bien es cierto que casi siempre se salía con la suya, también es verdad que sus procedimientos no eran muy ortodoxos, por decirlo así.

Nunca heredé la habilidad de mi padre como manitas, así que cuando se estropea algo en casa, yo sí debo llamar a alguien. Pero hace poco mi padre pasó unos días en mi casa y sacó a relucir sus dotes de “arreglista”. Cambió unas cuantas bombillas y arregló la puerta de un armario que no cerraba bien, pero cuando le hablé de que quería colocar unos estores en el despacho, porque pega el sol casi toda la mañana, me dijo que lo dejara de su cuenta. Pensé que era una broma, pero no, al día siguiente llegó con material.

Yo le había hablado de unos estores solares que había visto por internet: estaban hechos de un material especial que evita la entrada de rayos ultravioleta además de proteger del calor sin ser totalmente opacos, que es algo que tampoco quería. Pero mi padre tenía sus propios planes. Me dijo que tenía un amigo jubilado que había trabajado con materiales especiales y que tenía un tipo de tejido que servía para tamizar la luz y que me protegería.

Yo le dejé hacer: él se entretiene y está bien. Pero yo seguía con mi plan de colocar unos estores profesionales: una cosa es arreglar un enchufe y otra ponerse a diseñar estores a medida. El asunto es que en un par de días, justo antes de marchar, me encontré puestos los estores que había hecho mi padre.

La verdad es que de apariencia daban el pego, el material quedaba bastante bien y cumplían su labor de proteger del sol. ¿El problema? Cuando me puse a subirlo, se rompió la estructura que sujetaba la cuerda. Mi padre se encogió de hombros y dijo: “¿cuáles son esos estores solares que dices que venden por internet?”