Cáncer de ano y pérdida de control de esfínter

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El cáncer de ano es muy poco frecuente, por lo que muchas personas no piensan en esta posibilidad cuando notan molestias en las zonas. En el cancer de ano sintomas y molestias propias son fáciles de confundir con las que producen, por ejemplo, las hemorroides o las fisuras y solo cuando el problema avanza la persona acude al médico sospechando que algo va realmente mal. En estos casos, la enfermedad puede estar ya más avanzada y la operación presenta mayores riesgos.

Cuando se realiza una operación de cáncer de ano en una fase no excesivamente avanzada uno de los objetivos de los médicos es tratar de garantizar el correcto funcionamiento del esfínter anal. Pero, por desgracia, esto no siempre puede ser así. El esfínter es muy delicado y las posibilidades de que no funcione correctamente tras una intervención son altas, más cuanto más tejido sea necesario cortar y extirpar. Este es el motivo por el que las intervenciones de cáncer de ano se consideran mucho más delicadas y complicadas que las de cáncer de colon.

Cuando el esfínter queda dañado se pueden dar problemas de pérdida de control de sus funciones que pueden variar en su gravedad según el grado de afectación de este. En algunos casos es necesario colocar una colostomía temporal que será retirada una vez que el paciente se recupere de la operación y su esfínter pueda funcionar de nuevo con normalidad y sin riesgos.

En los casos más graves ya no estaríamos hablando de una lesión y una pérdida de control, sino de la extirpación de la zona del ano y del esfínter, lo que haría que el paciente tuviera que aprender a vivir con una bolsa de colostomía permanente. Las bolsas de colostomía están conectadas directamente al colon y las heces, en lugar de ir hacia el recto y expulsarse por el ano, son desviadas hacia la bolsa donde se depositan.

Hoy existen diferentes sistemas de bolsas que, si bien necesitan de cuidados y de unos buenos hábitos por parte del paciente, pueden permitirle llevar una vida bastante normal. Con frecuencia, lo más complicado es el impacto psicológico para la persona ya que físicamente es relativamente sencillo acostumbrarse. A esto se unen las secuelas de la radioterapia y de la quimioterapia, que suelen ser necesarias tras este tipo de operación. Por todo esto, el tratamiento con un psicólogo puede ser básico para una correcta recuperación.