Para los no iniciados, el mundo de los seguros puede ser un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma, como dijo Churchill de Rusia hace unas cuantas décadas. La idea básica de un seguro es fácilmente comprensible, pero sus innumerables flecos y cláusulas complican mucho el conocimiento completo de lo que realmente se está contratando. Y no le queremos echar toda la culpa a los agentes de seguros ya que la mayoría hacen lo que pueden tratando de desvelar el enigma a los sufridos clientes.

El problema es cuando eres cliente y no te saben retener cuando tienes dudas, como me ha sucedido a mí. La consecuencia de todo ello fue que decidí cambiar a seguros de adeslas. ¿Y por qué el cambio? Yo tan solo quería cierta información sobre las condiciones del seguro que tenía como mi ex compañía desde hacía unos años. Se supone que cuando eres cliente de una compañía o de un servicio te deben tratar con amabilidad, al menos. Pero eso, curiosamente, no siempre sucede.

Es algo parecido a lo que pasa con las compañías de telecomunicaciones, que solo se ocupan de ti cuando buscan nuevos clientes o cuando amenazas con darte de baja. Entonces sí, entonces de repente eres un cliente y se interesan por todo lo que has pagado de más estos años sin que nadie te indicase que tu tarifa ya estaba agotada. Con los seguros no es tan evidente, pero también sucede algo parecido.

Por eso decidí que lo mejor era buscar otra compañía, porque seguro que, al menos en principio, me iban a tratar con una cierta deferencia. Por eso me pase a seguros de adeslas. Lo único que pretendía, en principio, era ampliar mi cobertura. Esa era mi idea original. Estaba moderadamente satisfecho con el seguro, pero no me cubría algunos aspectos, sobre todo el dentista, por lo que solicité información. Pero me di cuenta de que iba a ser un largo y tortuoso camino, tan solo obtener información. Y eso que mi intención era, al menos en teoría, pagar más. Pero como no fueron capaces de atenderme, me tuve que marchar a donde sí me tuvieron en cuenta.