Todos tenemos un rincón favorito en casa, ese lugar donde nos sentimos más a gusto y donde nos refugiamos cuando necesitamos desconectar del mundo exterior. En mi caso, ese rincón era mi terraza, un pequeño oasis urbano donde disfrutaba de la brisa y del sol.

Sin embargo, con el tiempo, mi terraza se había convertido en un espacio descuidado y poco acogedor. La falta de mantenimiento y el paso del tiempo habían hecho mella en ella, y ya no me apetecía pasar tiempo allí.

Fue entonces cuando decidí transformar mi terraza en un verdadero spa para casa Pontevedra, un espacio donde pudiera relajarme y desconectar del estrés diario.

Lo primero que hice fue limpiar a fondo la terraza y deshacerme de los muebles viejos y estropeados. Luego, elegí cuidadosamente los nuevos elementos que iban a conformar mi spa particular.

Opté por muebles de mimbre y cojines de algodón suave, que me transmitieran calidez y confort. También instalé una pequeña fuente de agua, cuyo sonido relajante me ayudaba a desconectar del ruido de la ciudad.

Pero el elemento estrella de mi spa fue, sin duda, la bañera de hidromasaje. Siempre había soñado con tener una en casa, y ahora que tenía la oportunidad, no la iba a desaprovechar.

La bañera de hidromasaje se convirtió en mi lugar favorito para relajarme después de un largo día de trabajo. Sumergirme en el agua caliente y sentir el masaje de los chorros era una sensación indescriptible.

Además de la bañera, también instalé una ducha de lluvia, que me permitía refrescarme y revitalizarme en los días calurosos. Y para completar mi spa, añadí algunos elementos decorativos, como velas aromáticas, plantas y piedras.